El objetivo principal de Amonarraiz Esculturas es integrar una utilidad práctica en el arte, sustentado en tres pilares fundamentales:
1. Utilidad ecológica: Creo esculturas que no solo se integran de manera armónica en el medio ambiente, sino que enriquecen y potencian la biodiversidad del entorno. Cada pieza se diseña con formas y texturas que favorecen a los organismos locales, proporcionando hábitats y refugios. En el ámbito marino, desarrollo esculturas-arrecife que restauran la vida submarina en áreas degradadas por la actividad humana. En el ámbito terrestre, mis esculturas sirven de hogar para plantas y pequeños animales, como insectos polinizadores y pequeños invertebrados, creando ecosistemas naturales.
2. Utilidad educacional y de concienciación: Mis obras invitan a la interacción y el aprendizaje. A través de esculturas que albergan flora y fauna, niños y adultos pueden observar el crecimiento de plantas y el comportamiento de los animales que las habitan. Estas esculturas ofrecen la oportunidad de experimentar y experimentar el mundo natural mediante la adición de elementos como cañas, hojas secas o cortezas de árbol, que atraen y favorecen a una variedad de especies, promoviendo la conciencia ecológica y el respeto por el medio ambiente.
3. Utilidad inclusiva: En esta línea, creo esculturas diseñadas específicamente para personas con ceguera. Estas piezas convierten en experiencias táctiles aquellos fenómenos que, de forma natural, no son accesibles para ellos, como el fuego, el agua en movimiento o la textura de una partícula de polen. A través de estas esculturas, busco transformar lo intangible en experiencias sensoriales, brindando la oportunidad de explorar y conectar con la naturaleza de una manera única y significativa.
A través de Amonarraiz Esculturas, persigo un arte que va más allá de lo visual, integrando la funcionalidad, la educación y la inclusión, siempre en armonía con la naturaleza y con el firme compromiso de devolverle algo positivo.
Mis esculturas se crean a partir de materiales naturales como la madera y la piedra, destacando las piedras locales de Mallorca, como el marés, la piedra de Santanyí y la caliza, que aportan una conexión única con el entorno. La elección de estos materiales refleja mi respeto por la naturaleza y mi deseo de integrarme armónicamente con ella.
El proceso de creación es, para mí, un acto de inmersión profunda. En todos los casos el trabajo es realizado con herramientas tanto eléctricas como manuales, a mano alzada (a pulso, como se suele decir), lo que me permite dar forma libre y orgánica a las piezas. Cada escultura comienza con la sensación de lo que quiero transmitir: una emoción o una idea que se materializa poco a poco. La fase más compleja es la visualización, en la que imagino la forma, las texturas y la funcionalidad de la pieza, buscando siempre una conexión directa entre la naturaleza y el arte.
En ocasiones, este proceso se complementa con un boceto, pero en otros casos, basta con la visión interna de la escultura para empezar a trabajar directamente en el material. La parte más emocionante es cuando la obra comienza a tomar forma y, utilizando diversas técnicas y herramientas, la idea se convierte en una pieza tangible, siempre en constante diálogo con el entorno que la rodea.
La conexión del arte con la naturaleza
Aunque en muchos casos parece que el arte y la naturaleza son dos mundos separados, en mi trabajo trato de demostrar que pueden converger de maneras sorprendentes. La naturaleza, con su infinita variedad de formas, y el arte, como expresión humana, no solo pueden coexistir, sino complementarse, enriqueciéndose mutuamente. A través de Amonarraiz Esculturas, busco que estas dos fuerzas se encuentren, se mezclen y se conviertan en una sola.
Para mí, la escultura es un medio para trascender lo material y tocar lo esencial de la vida. Cuando me enfrento a un trozo de piedra o madera, no solo veo un objeto inerte, sino una historia esperando ser contada. La historia de la tierra que la ha formado, de su transformación, y de la vida que está por venir. Mi trabajo busca darle voz a ese proceso continuo de evolución. Al integrar elementos naturales como la piedra de Santanyí o el marés mallorquín, intento que el arte no solo embellezca, sino que también sea una herramienta para revitalizar los ecosistemas que habitan a su alrededor.
Mis esculturas son más que objetos decorativos; son refugios de vida. Incorporan texturas y formas que favorecen la biodiversidad, creando espacios donde plantas, insectos y pequeños animales encuentran su hogar. Esta fusión de arte y naturaleza genera un impacto positivo en el entorno, al mismo tiempo que invita a las personas a reconectar con el mundo natural, despertando una conciencia ecológica.
El arte puede ser una poderosa herramienta para el cambio. Al trabajar con materiales provenientes de la naturaleza y darles nueva vida, participo en un ciclo de regeneración, un diálogo constante entre lo que es y lo que puede ser. Es un recordatorio de que, aunque el ser humano es parte del ecosistema, también tiene la responsabilidad de contribuir a su conservación.
A través de cada escultura, busco demostrar que el arte y la naturaleza no solo pueden convivir, sino que, al encontrarse, pueden generar algo mucho más grande: un puente entre la vida, el arte y el medio ambiente.